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martes, 22 de noviembre de 2011

Transformacion y redefinicion de las identidades en la red

La globalización conjuntamente con la desparición del estado-nación trajo el decaimiento de las identidades ciudadanas enraizadas en los órdenes cívico y cultural típicos de los estados nación. Unos años atrás no hablabamos de “ciudadanía” sino del concepto de “pueblo” con el que las identidades poseían una relación más directa al remontarse a las tradiciones, ideas, símbolos y creencias, ambos conceptos poseen su base en los fundamentos de la explicación y concreción de la política. Hoy en día las identidades nacionales están corroidas y expuestas a procesos de fragmentación, de competición y a elementos superpuestos de variada índole. Paralelamente existe por doquier y en todo ámbito urbano, un fortalecimiento de identidades locales, regionales y nacionales minoritarias, observable a escala mundial.


La conceptualización para describir las movilizaciones políticas y conflictos identitarios, es denominada etnoterritorialidad. Como este no es nuestro objetivo, baste con recordar que los fenómenos regionalistas y nacionalistas son de compleja objetivación y que este tipo de movimientos se atribuyen una autopercepción de identidad grupal que contrasta con la de ciudadanía del estado en los que están inmersos. En la heterogeneidad y discontinuidad de los entramados sociales existe una multiplicidad de identidades ya que los y las ciudadanos/as en las sociedades plurales se adscriben a grupos de referencia que muchas veces están en competencia entre sí. Ello produce una multiplicidad de identidades dinámicas y cambiantes que no siempre se expresan de manera explícita. El problema que subyace a esta búsqueda de identidades, especialmente para las disciplinas sociales es la existencia, causas y formas de movilización política que se relacionan con las identidades territoriales.


El planteo de la globalización tiende a reducir y a homogeneizar una referencia semejante para las naciones del Tercer Mundo, e incluso esta última categoría pareciera no tener referencia en la actualidad. En todos lados se trata de imponer la superación del estado-nación como arena central que representó la trama de la vida social, política y económica. En general las controversias sobre el término globalización discurren por andariveles que ponen el acento en la permanencia del capitalismo ya fuere como sustancias de capitalismos diferenciados o como mercado único en el que la globalización –con el modelo anglosajón- supera a las fronteras nacionales.

Estas concepciones están basadas en la fuerte presencia del comercio mundial como espectro mucho más amplio de lo que fuera anteriormente como flujos de bienes y servicios, hoy la principal diferencia son los flujos financieros y de capitales. Estos breves comentarios que hacen al panorama mundial señalan caminos diferentes tanto para las políticas externas como para las internas de los estados aunque la líneas divisorias entre ambas quedan cada vez más desfiguradas ya que los actores externos transnacionales se inmiscuyen en los asuntos internos de los estados. Las políticas de ajuste con la similitud de aplicaciones en los noventa en América Latina, los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y por esa vía la ingerencia en las orientaciones de políticas internas por vía del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo tuvieron y tienen una particular influencia sobre los actores y asuntos internos.

Lo nuevo de la época es que si bien son los estados nación los que acuerdan con aquellas corporaciones y organismos financieros por las políticas económicas, existen también acuerdos que se establecen en los planos más descendentes de los estados, como los ámbitos locales. Si bien estas tendencias podrían suponer una mayor descentralización de los poderes, por incentivos regionales, apoyos urbanísticos u otros, recrudece un mayor protagonismo de sus respectivas sociedades civiles por el cúmulo de información y porque el contexto se tornó flexible en cuanto a las necesidades impuestas por la sociedad informacional.

La repercusión de estas direccionalidades en las que las clases capitalistas se estructuran y benefician por la competencia entre las localidades nacionales de producción, adscriben a las nuevas teorías de “la nueva economía política”, que a su vez constituyen el sustento teórico ideológico de la “nueva política social”. Esta última opera como consecuencia de la disminución de las funciones del Estado para eliminar las desigualdades sociales, apoyándose en el mercado como la institución reguladora que garantiza la seguridad social y bajo la consigna de “lo privado es lo mejor”. En su aplicación cotidiana para la formulación e implementación de la política económica y social las visiones conservadoras ponen el acento en la “situación de pérdida de los procesos de modernización”, lo que no es más que una división cada vez más profunda entre los grupos e individuos, entre los que están integrados estratégicamente al desarrollo económico mundial y aquellos sectores que están marginados de la sociedad nacional.

La privatización de los medios y satisfactores sociales modificó la vida social dando mayor importancia a la posesión de bienes de consumo. El “consumismo” está desplazando a la “ciudadanía social” como un concepto integrado a la política social. Sin embargo el mercado por sí sólo no genera igualdad de oportunidades, ni equidad, ni equilibrios regionales, las políticas sociales actualmente tienden a actuar como industrias de la economía globalizadora, ofreciendo servicios de salud, educación, seguridad social y actuando como respuestas a las determinantes de los alicaídos mercados laborales. Un nuevo comunitarismo deviene como efecto defensivo, como respuestas instrumentales ante las construcciones urbanas y ante una socialización de prácticas sociales individualistas. Si bien en los ámbitos de toda América Latina aparecen todos los días “identidades de resistencia” ante las políticas de ajuste, la avalancha informacional de la sociedad red trae aparejado otro tipo de entrelazamientos de identidades y una multiplicidad identitaria favorecida por diferentes lealtades con distintas legitimidades políticas.

El modelo de ciudad se presenta por lo dicho anteriormente como modelo de ciudad global o ciudad mundial, en los territorios se verifican no sólo las reapropiaciones del espacio urbano por lo transnacional sino que los sitemas productivos que aparentan estar descentralizados, concentran actividades productivas, circuitos financieros, gerenciamientos, ocios y tecnologías. Las ciudades operan como ciudades globales por los circuitos de intercambios que generan, que son competencias y cooperaciones. En las ciudades globales-latinoamericanas- la sociedad se presenta fragmentada, con exclusiones y fundamentalmente como sociedades mediáticas, cumpliendo así el paradigma del consumismo que postula la globalización. Este consumismo responde a la era de lo visual en la que las informaciones –que se presentan con una inmediatez ascelerada- y evidencian un conocimiento, ya que la legitimación de lo visual por la imagen ensalsa el comentario televisivo. La era de lo visual se corresponde con la situación de la política y de su desencanto –que es bien distinto a los existentes en los Estados Unidos y en la Unión Europea.

Las escenas a que nos tiene acostumbrad@s la política de este siglo XXI son las de los miedos, las sospechas, las consecuencias de los ajustes económicos, la precarización de las vidas cotidianas, la flexibilidad en las relaciones laborales, la exclusión, las crisis, la inseguridad y la falta de perspectivas futuras. En vez del modelo integrador y asimilador de ciudad que se pensaba en los años 60 las sociedades avanzan con los modelos del melting pot como expresión de asimilación de inmigrantes que aún poseen los referentes territoriales de sus países de procedencia. O en otros términos, se profundiza el proceso de una hibridación social en la que grupos de distinto origen social y étnico se disuelven en nuevos compuestos sociales y culturales, en espacios en los que los actores sociales van conformando su subjetividad y las identidades sociales.

Éstas se irán constituyendo como formas de actuar, de pensar, de sentir, organizando y haciendo tangibles formas de vida asimilables a las nuevas situaciones acompañando el recorrido de lo humano en la construcción de la sociedad ya que en el compartir los ámbitos de heterogeneidad van construyendo diferentes formas en las áreas laborales, familiares, de ocio y recreación. Esas identidades sociales son construídas a partir de las instituciones dominantes en cada situación histórica y recrean otras identidades en los ámbitos urbanos, de manera que lo universal y lo particular transvasados por las comunicaciones se dan al mismo tiempo. Lo universal toma características locales y lo global da lugar a la formación de identidades particulares.
El proceso de reorganización de las sociedades a partir de los desarrollos tecnológicos, económicos, socioculturales supone una interdependencia con el resto del planeta. La globalización instauró una conflictiva desigualdad a nivel internacional y una concentración de los organismos financieros internacionales como de empresas transnacionales que pasaron a guiar y a legitimar las políticas públicas de los estados-nación, a la vez que cambiaron los abordajes en las comprensiones sociales sobre la realidad. La sociología que se especializó sobre los estados nación está dando lugar a una sociología de formaciones, tiempos y espacios híbridos en los que se vuelven a repetir desigualdades, discriminaciones, heterogeneidades, pactos políticos, convenciones culturales y éticas.

Esta transformación va en conjunto al cambio de las políticas mundiales y a los originados por los medios de comunicación a la vez que a las tecnologías más avanzadas. La sociedad camina más despacio que las consecuencias objetivas de la denominada “sociedad global de la información” y no toda las sociedades poseen consciencia de estas influencias. Porque la denominada sociedad global trajo aparejado víctimas y verdugos, inforicos e infopobres. La electrónica incorporada a las intimidades de la vida cotidiana aparenta trasladarnos a una sociedad deshumanizada, ya que cada día que pasa se iluminan células informativas que recogen las huellas de los seres humanos.

El aliento por una vida global, formas de conciencia y otras categorías para analizar las nuevas realidades vienen acompañada por el fuerte impulso dado a las TICS. La nueva economía que se desenvuelve en las ciudades pasó a ser informacional y global. La Red de Redes o la Internet se convirtió en pocos años en el pilar de la comunicación entrelazada, tal cual lo hicieran a principios del siglo XX la radio que permitió comunicar comunidades y el teléfono en años posteriores que dio a las familias y a las relaciones laborales un nuevo sustento de relación capital-trabajo.

 El hecho es que el mayor despliegue de lo que se conoce por sociedad digital global se realiza en los centros urbanos, aunque esta sociedad no conoce fronteras geográficas ni temporales ya que posee un destino planetario. Es un tipo de conocimiento convergente ya que en él coinciden numerosas disciplinas y especialidades del saber; su fundamento es la interacción, el diálogo y la cooperación; no admite jerarquías reconocidas ni autoridades burocráticas y es la fuente de una una nueva realidad: la virtual que no es ni representada ni imaginada sino real, es autónoma y se desarrolló con rapidez.
El sensacionalismo mediático por el uso de la Internet –y una promesa de cambio de la situación económica por el uso de una herramienta de manera aislada- no condicen con la situación real. Un plan informático no soluciona la calidad educativa ni los accesos a la educación en términos de justicia, como tampoco condicen el impulso dado en publicidad para la obtención de montañas de datos. Aún prevalecen en la denominada sociedad digital zonas de concentración e irradiación, que son zonas del conocimiento y de poder. Tanto la masa de hosts de los EE.UU., los usuarios de software de investigación, el peso de la ideología informática, las clasificaciones y jerarquizaciones de la información, los links, las formas de lectura, el monopolio del inglés como lenguaje técnico, de lectura y de las búsquedas, hacen que el procesamiento de la información produzca un cierto vaciamiento de memorias históricas y de culturas que afectan especialmente a los países más rezagados en lo tecnológico. La frase que sintetiza esa posición es: “si no está en la red es porque no existe”, es simplemente un etnocentrismo informático-cultural y que funciona en pos de la acentuación de un “darwinismo informático” al igual que en el plano de lo social ocurre con el “darwinismo económico social de fines del siglo XX”.

La hibridización que se produce en los usos de la Red está relacionada en parte con un postulado “la información quiere ser libre”, que es una consecuencia de la guia del exceso de información con los buscadores típicos; es el postulado del “éxito” trasvasado por un modus operandi: la del hobby, la de los entusiastas que se reunen en sus microcosmos individuales, que intercambian códigos y experiencias en sus clubes de chats e informáticos. Sin embargo –para no ser agorera- esto está cambiando porque a medida que avanza el uso de-redes comunitarias-; a medida que se modifican las infraestructuras y los accesos se tornan posibles habrá mayor cantidad de personas con el uso de TICs. Además cada vez hay más uso de los conocimientos en el sentido de usarlos para el entorno de la Red y se popularizan ciertos postulados realistas como: que internet es revolucionaria pero no utópica; que el Estado debe formar parte en el juego electrónico; que conectar a las escuelas no es una salvación; que la información debe ser protegida por medidas públicas; que las sociedades deben beneficiarse con el uso de las TICs y que la comprensión de la tecnología debe ser un elemento esencial de la ciudadnía global.

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